El pasado día 9 de Julio, un grupo formado por Jesús Jabonero junto a su hijo y Jorge Guerrero, visitan dos de las cuevas más emblemáticas del karst en yesos de Archidona, la cueva de la Higuera y la del Agua.
La primera cavidad visitada fue Hoyo Conique, una travesía muy entretenida y polvorienta. No tiene grandes dificultades, un destrepe en la boca de entrada que se asegura con una cuerda, por seguridad, y tres o cuatro puntos estrechos.
Es una travesía muy agradable ya que en la mayor parte del recorrido se puede caminar sin apenas dificultades destacables. Tenía una temperatura moderada, pero gracias a sus dos bocas corría una agradable brisa que se acrecentaba cuanto más nos acercábamos a la salida (El contraste al salir al exterior es brutal, se estaba muy agustito dentro).
Lo que más destaca son las formaciones en los yesos y nos llamó mucho la curiosidad una zona con los techos llenos de un “musgo” que a la luz daba reflejos similares al oro (no lo era, lastima), muy bonito.
Una vez fuera y llenos de polvo cambiamos de cueva, esta vez la del agua. Como su nombre indica, la recorre un riachuelo que llena de agua todo el recorrido. Un canal con abundante agua algo fresquita, pero con las altas temperaturas exteriores se agradecía.
En ella hubo tramos donde el agua nos llegó hasta la cintura, se subieron pequeños saltos de agua y hasta se le canto una jota a la pequeña baldosa de la virgen del pilar (Jesús es maño y cabezota).
Una vez llegados al final de la zona inundada, la cual termina en un sifón impracticable, dimos media vuelta pero nos desviamos a conocer las galerías secas o superiores.
Una vez localizada la zona, tras un estrecho pasaje, en un caos de bloques, la cavidad continúa. La verdad que era espectacular, mucho más ancha, alta y larga que la parte del rio, aunque estaba húmeda y con mucho barro.
Al regresar por donde habíamos entrado todo el barro acumulado en nuestros trajes desapareció y finalizamos la jornada empapados hasta arriba, pero es lo que se agradece en esta época veraniega.